Martes 11 de mayo de 2021
Un ratoncito atrapado
Hecho:
Esta era una casa muy grande donde sólo vivía Lu
cas, que era un hombre muy mayor y gruñón.
A Lucas le gustaba mucho el queso y siempre tenía
un trozo grande guardado en su despensa.
Pero un día, cuando iba a hacerse un bocadillo, se
dio cuenta de que su queso tenía pequeñitas morde
duras. Muy enfadado exclamó:
−¡Seguro, seguro que un ratón anda por aquí y se va
a comer mi queso!
Y era verdad. Un ratoncillo había entrado en casa de
Lucas y cuando Lucas apagaba las luces y se acos
taba, el ratoncillo salía de su agujerito y buscaba pa
ra comer el queso de Lucas.
Pero Lucas, cada vez con más mal genio, dijo un día:
−¡Se acabó! ¡Este sinvergüenza ratón no se come mi
queso! Ahora mismo voy a terminar con él.
Y el gruñón de Lucas se fue a la tienda y compró un pegamento muy fuerte, muy fuerte. Lo extendió por un cartón y lo colocó muy cerquita del queso.
Así, cuando llegó la noche y el ratoncillo salió a comer, al pisar el cartón, se quedó tan pe gado que no podía moverse por más esfuerzos que hacía.
−¡Ay, ay! –gritaba el ratoncillo–. De aquí no me puedo escapar. Me voy a morir. ¡Ay, ay! ¡Ya no podré correr por los campos! ¡Ya no podré buscarme novia! ¡Socorroo…! Pero nadie podía oír al pobre ratoncillo atrapado. Por la mañana, Lucas madrugó y corrió a la despensa.
−¡Ajajá! –exclamó muy contento– ¡Ya caíste granuja roedor que te estabas comiendo mi rico queso! Ahora te voy a mandar lejos para que me dejes en paz a mí y a mi rico quesito. Y sujetando el cartón, salió a la terraza y lo tiró con el ratón pegado.
−¡Adiós –le dijo–, que te vaya bien ahí pegado al cartón. Seguro que no volverás a entrar en ninguna casa. Te quedarás más tieso que un garrote, ratón tragón. Y, asomándose a la terraza, lo arrojó lo más lejos que pudo.
El pobre ratoncillo, mareado por el vuelo que había hecho, hacía esfuerzos para escapar del cartón y correr por el césped, pero sus patitas cada vez más pegadas parecían muer tas.
−¡Ay, ay! –lloraba– Me voy a morir. No puedo moverme para buscar comida y agua. Era la hora de entrar al colegio y Gabriel y Ramón, dos niños buenos que, al pasar por el césped, vieron al ratoncillo, dijeron:
−¡Qué lástima! ¡Pobrecillo! ¡Está pegado! ¿Qué podemos hacer?
−¡Tengo una idea! –dijo Gabriel que era un poco mayor que Ramón– Voy a sacar mis tijeri tas de manualidades y le recortamos todo el cartón.
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Reflexiones Distritales / PREESCOLAR - PRIMARIA
−Sí –dijo Ramón–, pero las patas van a seguir con pegamento.
−Espera y verás que tengo una idea: cuando le hayamos quitado el cartón, lo vamos a lle var a la fuente del cole y lo dejamos allí para que se lave con el agua. Y así lo hicieron. Le recortaron el cartón y con un poco de miedo, y cogiéndolo del rabillo, lo llevaron hasta una gran fuente, cerca del colegio donde los niños se paraban a beber. Allí lo dejaron y el agua lavó bien las patitas del ratón que, al fin, de un salto, salió corrien do muy contento y agradecido a los dos niños.
Agüera, I.
Mensaje:
Podemos convivir con otros animalitos respetando los espacios.
Aplicación:
Algunos animales nos pueden traer problemas de salud al estar en contacto con ellos. Pe ro los hombres podemos pensar en la mejor solución sin tener que exterminarlos.
Máxima:
“Vio Dios que era bueno”
Compromiso:
Miro la Creación con ojos de cuidador, no de destructor.
Toma de conciencia:
¿Recuerdo mi compromiso del día? ¿Lo realicé? ¿Qué puedo mejorar en mis nuevos com promisos?
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